La taberna del mar: El arte de los locos 4. Aloïse y los ojos vacíos

14 noviembre 2007

El arte de los locos 4. Aloïse y los ojos vacíos

Algunas mañanas me despierto con ganas de que el mundo se haya convertido en un cuadro de Aloïse, lleno de colores y formas acorazonadas, de besos, de labios, de rosas, de pájaros y príncipes y princesas que se abrazan, que bailan y se besan rodeados de flores. Aloïse Corbaz nació en Lausanne en 1886, en la misma ciudad que hoy conserva alguno de sus cuadros gigantescos que recorren los tres pisos del Museo de L’Art Brut, por el hueco de la escalera. Porque además ella pinta por los dos lados del papel y esa es la mejor forma de verlos.

A los once años muere su madre y se pone a trabajar de costurera, aunque le gustaría ser cantante. Entonces vino el desengaño amoroso y su huída a Potsdam, a la corte de Guillermo II. Pero todo es aún peor y más difícil porque Aloïse se enamora perdidamente del kaiser Guillermo. Un amor no correspondido, obviamente, pero al que ella se entrega en cuerpo y alma empezando a mezclar la realidad y la ficción. El estallido de la primera guerra mundial le obliga a volver a Suiza, donde se consagra tan apasionadamente a labores pacifistas y humanitarias, a la vez que sufre agitación, delirios de grandeza y manía persecutoria, que acaba internada en una institución en 1918, hasta su muerte.

Al poco tiempo empieza a escribir y dibujar, usando papel de embalaje, sobres, cartones, partes traseras de calendarios, que cose para darles formatos gigantescos y sobre los que pinta con grafito, tinta, pasta de dientes o el jugo de lo pétalos de flores que aplastaba. En sus dibujos recrea ese mundo de heroínas y amores románticos en cortes lujosísimas, donde príncipes azules encuentran a sus amadas en bailes de gala. Un mundo que ella conoció, aunque desde fuera, y al que le hubiera gustado pertenecer, del brazo de su amado kaiser. Un mundo teatral y operístico de tragedias más grandes que la vida y de amores eternos, en el que fue papisa, profetisa, madre y esposa. Un mundo en el que los amantes no tienen ojos sino unas órbitas vacías y azules, donde las mujeres-reinas tienen pechos que se trasforman en flores y cuyo vientre es un cesto de frutas.

En 1963 es la invitada de honor en la muestra “Escultoras y pintoras suizas”. Muere al año siguiente, tras pasar cincuenta y cinco años encerrada en un psiquiátrico.

Dicen que mientras pintaba, cantaba arias de Verdi.

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8 Comentarios:

Blogger Cyllan escribió...

Jolines, más de 50 años encerrada en un psiquiátrico. Me pregunto cuanto mal podía hacer en la calle alguien como la persona que describes, ¿tanto? mmm. Sus cuadros son muy extraños la verdad, me producen desasosiego, no sé muy bien por que. Tal vez por esa forma de mezclar cuerpos. No sé.

11/14/2007 10:01:00 a. m.  
Anonymous Anónimo escribió...

¡qué colorido!
Supongo que a Aloïse le encantarían las pelis de Sisí emperatriz.

11/14/2007 11:36:00 a. m.  
Anonymous Anónimo escribió...

"Bebamos alegremente de este vaso
resplandeciente de belleza
y que la hora efímera
se embriague de deleite.
Bebamos con el dulce estremecimiento
que el amor despierta
puesto que estos bellos ojos
nos atraviesan el corazón.
Bebamos porque el vino
avivará los besos del amor"
(Libiamo Brindis, La Traviata)

Amores imposibles que conducen a la locura, bebamos que para eso estamos en una taberna.
Esta historia es la que más me ha gustado hasta la fecha.

11/14/2007 06:34:00 p. m.  
Blogger José L. Serrano escribió...

enerito: me lo imaginaba. Pero no bebas tanto....

cyllan: pues eso digo yo

anónimo: ella ERA Sisí emperatriz. Como la Schneider

11/15/2007 08:03:00 a. m.  
Blogger pon escribió...

Me da miedo

11/16/2007 05:50:00 p. m.  
Blogger Rosa escribió...

Los amores no correspondidos, oh Dios, para algunos son intolerables y terminan por mezclar la realidad y la ficción y se crean un mundo. Un mundo para reemplazar aquel otro que les es esquivo y se abrazan a este para nunca más regresar.
A mis sus pinturas me producen una sensación no de tristeza... los ojos vacios y azules; los pechos convertidos en flores, como si florecieran para el amante y para el hijo; el vientre con frutos... qué puede ser sino la fecundidad.
Aloise pusiste la mirada demasiada alta y el azul del cielo te la inundo.

De nuevo gracias...sabes voy a imprimir estos relatos, tienen para mí un encanto especial.
Aloïse Corbaz

11/16/2007 08:30:00 p. m.  
Anonymous Anónimo escribió...

Voy a representar a Aloise en el taller final de carrera (4º de arte dramático; "Brut" y nunca me he visto frente a un personaje tan lleno de misterio, cuanto se llevó a su celda que nunca conoceremos...y la jodida institución pensando que era una amenaza, bueno para Guillermo II quizá :)
Gracias por compartirla

5/11/2011 11:03:00 p. m.  
Anonymous Anónimo escribió...

Que bonito lo han escrito...gracias...

1/01/2013 10:56:00 p. m.  

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