La taberna del mar: mayo 2009

29 mayo 2009

Estudio


Te acostumbras a la rutina,
de pronto todo desaparece
(a veces)
ocasionalmente todo a borbotones
(otras veces)
y te sobran los verbos
(podría ser)
y luego todo está de más
(así es)
y no te puedes acostumbrar a la rutina
porque las cosas cambian,
para decir la próxima frase
de todas las palabras solamente
las que nunca y de ellas
al papel sólo las que no pero imposible
porque las páginas límites en ambos lados,
y arriba, y en la parte de abajo,
entonces una larga oración sin sentido,
porque cómo, no más que
un experimento inconsciente tras
del escritor sublime,
después el cursor
para las locuciones que a menudo
(en adelante eliminado).
Dentro: emoción.
Ser

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25 mayo 2009

Jemaa el Fna


Cuando se acerca el final de la tarde en Marrakech, la plaza ruge con los timbales, y la vibración atrae al viajero que indefectiblemente acaba por claudicar ante su magnetismo. Ya esté en un zoco perdido en los confines de la Medina, de la Kasbah o de la Mellah, o en un Macdonalds de Gueliz, un poder hipnótico le arrastra hasta la gigantesca plaza. “Reunión de muertos”, dicen que significa su nombre. Nada más sorprendente: sólo hay vida en Jemaa el Fna.

Porque se puede hacer de todo en Jemaa el Fna: pescar botellas de coca cola con una caña de cuyo sedal cuelga un arito de madera, pasar un paquete de tabaco de un vaso a otro ayudado por dos largas varas, o derribar dos bolos con un balón de fútbol, o pesarse en una báscula roída, tomar un zumo de naranja o un vaso de agua fresquita (mejor que no), ver las evoluciones de los acróbatas, sacarse una muela o apretar con la mano izquierda en un aparato que medirá tu fuerza (ante las risas o la admiración de la concurrencia), pisar una cobra del desierto si andas descuidado, o encontrarse con un horrible mono subido en tus hombros y tirándote del pelo, o pedirle a una de las señoras bereberes (las únicas mujeres de la plaza que no son turistas) que te hagan una obra maestra con henna en la piel. Un curandero con barba blanca y gafas de pasta y cristal verde te explicará con un muñeco de los que se usaban en clase de anatomía cuáles son tus males, y te dará allí mismo la receta y la medicina.

Los tribus del desierto llenan la noche con sus cantos y timbales, con sus flautas, y sólo se detienen cuando el rezo desde los minaretes se desparrama por la noche africana y la plaza se apacigua unos pocos minutos.

Entre los corrillos que se forman deambula algún chapero oliendo a pegamento, y algunos respetables señores con chilaba que acaban de salir de la mezquita y que casualmente siempre están en todos los tumultos, en todos los apretones, con las manos bien preparadas para tocar lo que se ponga por delante.

También se puede comer en los innumerables puestecillos que aparecen mágicamente de la nada y acaban ocupando media plaza, con sus luces estridentes y sus largos bancos de madera, llenando el aire de fuego y humo y ruido. Los cocineros, inmaculadamente vestidos de blanco, se arremolinan alrededor de las parrillas, asando brochetas, pescado, cabezas de cordero, cociendo huevos, untando trozos de pan, sirviendo té.

Pero no es sólo eso: hay algo mucho más profundo y atrayente, mucho más poderoso. Algo por lo que los habitantes de Marrakech acuden cada tarde a la plaza y asisten boquiabiertos al espectáculo más antiguo del mundo.

Porque no hay nada comparable al poder que tienen los contadores de historias.

Entonces me acuerdo de Juan Goytisolo y de todo lo que me había hecho soñar con esta plaza, de todo lo que me había hecho desear estar allí una noche fresca y perfumada bajo esa luna de plata. Ahora sueño con volver.



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20 mayo 2009

Vomitona


Hay momentos en que siento ganas de vomitar,
y al realizar el esfuerzo abdominal
surgen colores de mi interior,
límpidos y cristalinos.
Observo lo que cae
a la taza del váter:
con el amarillo
siento que baja
el odio acumulado,
las aguas son naranjas cuando ahogan
y el azul
me ha irritado la garganta.
Después todo se amorata,
y un rayo de esperanza
estalla exactamente
sobre la casa del enemigo.
Entonces vuelve la calma
como si me hubiera tomado una manzanilla.
Transparente.

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15 mayo 2009

Diecinueve poemas escritos en dos horas (19)



A veces pienso
en todo el tiempo que perdí
antes de conocerte
y me salen diecinueve poemas
en dos horas.

Poemas o lo que sea.

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11 mayo 2009

Ven conmigo


Era verde la piel
pero iba camino de hacerse amarilla,
era blanco el tesoro,
oculto bajo la negra piel.
Y a pesar de todo sabíamos
que el único color era el marrón.

Aprendimos a mirar
a las ventanas de cocinas iluminadas,
leímos la lista de hierbas
que curaban todos los males.

Como encontrar el paraíso
en un manual de jardinería
o dar con las drogas más activas
en un vademécum obsoleto,
así resultó el viaje
y así el regreso,
pero se nos hizo tarde
y para cuando nos quisimos dar cuenta
andábamos tras una imagen
a última hora de la noche,
extraviados y sin rumbo.

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06 mayo 2009

Diecinueve poemas escritos en dos horas (18)


me has regalado un astrolabio
pero no vale para cascar las nueces
así que lo he colgado en el baño
para cuando tengamos huéspedes

al atardecer
el astrolabio resplandece
y su luz fluorescente
se cuela por debajo de la puerta

me has regalado un astrolabio
pero no vale para cascar las nueces
así que me he comido las nueces
sin cascar
y he puesto el astrolabio
en el microondas
(don’t try this at home)
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01 mayo 2009

El laberinto del tiempo

En el laberinto del tiempo
la meta a la que has de llegar
no es más que un instante,
el instante que te libere de la confusión.
En cada encrucijada
no sabes si seguir hacia delante
o rehacer el camino hacia atrás,
escoger hacia un lado o hacia el otro...
No sabes dónde estaba el futuro,
dónde verás el tiempo pretérito.
Eres incapaz de encontrar
la galería que rodea
el porvenir y el pasado.
No sabías que mañana te bañas en el mar,
no sabrás que ayer te mojas bajo la lluvia.
En el laberinto del tiempo no hay tiempo.
Por eso estás ahí perdido
desde siempre, hasta siempre.
Por eso estás ahora,
sólo eso sabes ahora.

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